Bombas yucatecas
El estallido se produjo a las 10 de la noche. Fue absurdo porque a esas alturas no había ninguna señal que justificase festejo alguno. No obstante, los panistas yucatecos decidieron celebrar en su sede de la calle 58 un hipotético triunfo de su candidato Xavier Abreu con apenas 200 o tal vez 300 de sus seguidores.
Para su mala fortuna uno de los cohetes de la celebración fue a incrustarse en un transformador del poste más cercano, que luego de unos segundos de incandescencia explotó sonoramente al tiempo que oscurecía toda esa zona de la ciudad que incluía precisamente el centro de cómputo del Programa de Resultados Electorales Preliminares, ubicado en el sótano del hotel Maya en la misma calle 58. De ahí salía yo con la información de que los primeros resultados favorecían a Ivonne Ortega, la candidata del PRI, cuando al mirar calle abajo presencié el bombazo. Lo primero que se me ocurrió es que no faltaría quien malpensara que era un sabotaje intencionado. Menos mal que en el búnker cibernético había planta de emergencia.
A lo largo del día, otra bomba se había expandido entre los periodistas: que el hombre fuerte de Los Pinos, Juan Camilo Mouriño había sido visto en Mérida por lo menos durante el sábado, en la víspera de la elección. Es más, los jerarcas priístas traían la versión de que el presidente Calderón organizó una pública comida dominical con sus colaboradores más cercanos con el único propósito de mostrar a Mouriño en la ciudad de México. Todo un enredo que culminó este martes con la curiosa declaración de Manuel Espino, el líder formal panista: "Ayer le dije a Juan Camilo que yo espero mucho respeto en los procesos electorales que vienen. Que no manden desde Los Pinos operadores que no se coordinan con la dirigencia del partido".
De cualquier manera, el bombazo y la incursión fantasmal fueron malos presagios: el PAN sufrió su derrota más dolorosa de los años recientes en un bastión que se suponía inexpugnable. Y ya corren ríos de tinta para explicar la gran derrota azul. Para mí hay una razón fundamental: la soberbia. La misma que ha envilecido al partido que fundaron los Gómez Morín y al que renunciaron Luis Calderón -padre del actual presidente- y luego Carlos Castillo Peraza -maestro de Felipe- cuando advirtieron que el PAN se apartaba de sus principios para ahogarse en los mares espesos de la corrupción y el pragmatismo.
Por eso los yucatecos votaron en contra de la torpeza y arrogancia de un Patricio Patrón, cuyo hermano incómodo fue pepenado in fraganti en un grotesco intento de compra del voto. Pero votaron también contra un partido devaluado por las pugnas internas que derivaron en la renuncia costosísima de Ana Rosa Payán y en contra igualmente de un candidato cuyo mérito más notorio fue instrumentarle a Felipe Calderón aquella victoria increíble por paliza sobre Creel, en la interna por la candidatura presidencial: Xavier Abreu, cuyo error mas grave fue una campaña sucia contra su adversaria y cuyo acierto mayor ha sido reconocer su derrota descartando un conflicto postelectoral tan desgastante como inútil.
Pero algún mérito habrá que concederle al priísmo y a su candidata Ivonne Ortega. El partido y ella revirtieron en su favor una campaña sexista y grosera con un contundente "yo juego limpio". Caperucita Roja al revés. El caso es que la arrogancia de 20 puntos se fue achicando hasta quedar rebasada por 7% de preferencias. Así que las predicciones catastróficas se derrumbaron también: la elección no fue "tan cerrada" como se anticipó en las encuestas; la diferencia fue tan contundente que erradicó la posibilidad de una disputa en los tribunales electorales, y decir que se trató de una concertacesión es un insulto al pueblo yucateco que simple y llanamente expresó su voluntad en las urnas favoreciendo a una candidata que supo hacer propuestas. Ivonne Ortega peleó y ganó la gubernatura en Yucatán.
Lo que abundan son los saldos: un partido desgarrado entre su dirigencia formal y la Presidencia de la República; un aviso ciudadano de hartazgo de la petulancia azul; señales de alarma para Michoacán y Baja California y focos rojos en las más altas esferas del poder. A menos que la soberbia les impida verlos.
ddn_rocha@hotmail.com
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