2007/08/15

Silencio peligroso

Silencio peligroso en POR ESTO de Yucatán

martes, 14 de agosto de 2007

Por Manuel Mejido

Los grandes días de 2007

* Los líderes le han vuelto a fallar a los mexicanos
* Nadie ha prestado atención a la escalada de precios
* El salario mínimo aumentó 1.90 pesos. La tortilla, dos

Ante la iniquidad, la miseria y la injusticia el pueblo mexicano aprendió a guardar silencio. Pero, decía el poeta francés Jean de la Fontaine, que “las personas silenciosas son peligrosas”.

Sin el menor reclamo de las agrupaciones, los sindicatos, los activistas o los supuestos líderes encargados de defender los derechos laborales en el país, los productos contemplados en la canasta básica se han disparado, ante el asombro y el aparente silencio de los mexicanos.
De enero a julio, la inflación real alcanzó hasta un 30 por ciento. Con lo cual, el tiempo de labor estimado para satisfacer las necesidades más elementales, aumentó. En cambio, el salario mínimo se incrementó sólo el 3.9 por ciento y la posibilidad de encontrar un nuevo o mejor empleo, disminuyó.
Hasta diciembre pasado, para comprar los 42 productos de la canasta básica, se necesitaban 818 pesos con 44 centavos, de acuerdo con la Secretaría del Trabajo y la Procuraduría Federal del Consumidor. En el mes pasado, el costo se elevó a mil 45 pesos con 15 centavos, casi el 30 por ciento.
Ninguna Nación puede contener la inconformidad ni garantizar la paz, si los más necesitados no ven satisfechas sus necesidades más básicas. Es posible que resistan el hambre en silencio, pero cuando deciden romperlo, todo el país puede sumergirse en una grave crisis.
Durante el año pasado, mensualmente el salario mínimo fue de mil 476 pesos. Un trabajador debía destinar 818 pesos (el 40 por ciento de su sueldo) para comprar los productos básicos. Ese mismo empleado, actualmente percibe mil 538 (es decir 62 pesos más) pero gasta mil 045 pesos (o sea, 227 pesos más) en la adquisición de la canasta básica. De acuerdo con los especialistas, la desproporción entre el salario devengado y los gastos mínimos indispensables, de la clase obrera representan un grave peligro para toda la Nación y la imposibilita a salir a corto plazo del rezago en el cual se encuentra empantanada.
Si traducimos ese incremento silencioso a la alimentación de mayor consumo entre la clase trabajadora, notaremos que el asunto es más grave y debe dársele atención inmediata. Luego de la injusta escalada de precios ocurrida en enero pasado cuando la tortilla subió dos pesos, aunque el gobierno de la República se empecinó en defender un supuesto pacto entre productores, el cual fue anunciado como una gran negociación para frenar más incrementos, que sólo benefició a los más ricos y el aumento estaba vigente.
En los mercados populares, un taco de carne de cerdo valía hasta diciembre pasado, entre siete y nueve pesos. Desde julio, cuesta entre 11 y 13. El aumento es un duro golpe a los más desprotegidos, que no pueden ni siquiera sentarse en la fonda a comer una comida corrida de 30 ó 40 pesos.
El frijol, otro producto básico de los mexicanos, valía en diciembre de 2006, aproximadamente, 10 pesos. Ahora, cuesta entre 15 y 19 pesos. Ni siquiera sirvió el 1.90 que aumentó el salario mínimo diario.
Un obrero requería en diciembre de 2006 de 9.55 horas de trabajo para comprar un kilo de bistec; laborar 6.59 horas para uno de carne molida; 0.82 para uno de tortilla o de 2.47 horas para dos kilos de azúcar.
En julio la clase obrera necesitó trabajar más para tener menos. En la actualidad ocupa 11.40 horas de trabajo para poder comer un kilo de bistec; 8.53 para un kilo de carne molida; 1.35 para uno de tortillas o de 4.27 para dos del endulzante.
Mientras, el Presidente de la República, sólo requiere de 0.09 segundos para poder adquirir un kilo de carne. Ahí se puede ubicar el principal motivo de la desigualdad entre poderosos y desposeídos, entre el hambre y la opulencia.
Según datos del IMSS, en estos siete meses de gobierno calderonista, se han creado 740 mil nuevos empleos. La cifra parecería suficiente, pero no lo es, porque aún existe un gran rezago laboral, herencia de Vicente Fox y sus pésimas acciones de gobierno.
Además, el 70 por ciento de las nuevas plazas laborales son temporales. Carecen de los beneficios que, por ley, corresponden a los trabajadores. Mientras tanto, el comercio informal creció al cien por ciento, a pesar de los operativos contra la piratería y el robo.
Según los sociólogos, cuando el pueblo aparenta más calma, los gobiernos corren más peligro de desaparecer. Baste citar los acontecimientos del 1 de enero de 1994. Cuando en México se celebrara el ingreso al Primer Mundo, se iniciaba el movimiento armado encabezado por Marcos y los más olvidados.
En las revueltas sociales, es la clase baja quien toma las armas y muere en las calles y los campos de batalla. Mientras los millonarios huyen con su dinero a otros países en busca de protección. A final de cuentas, quien asume el poder es la clase política o los militares. Nunca el pueblo ni los obreros y campesinos.

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